El hielo de mis venas by Mike Lightwood

El hielo de mis venas by Mike Lightwood

autor:Mike Lightwood [Lightwood, Mike]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Juvenile Fiction, Social Themes, Emotions & Feelings, Ficción e historias reales y juveniles, LGBTQ+, Gay
ISBN: 9788417002046
Google: kvWkDwAAQBAJ
Amazon: B06WVN25PD
editor: Plataforma Neo
publicado: 2017-02-20T23:00:00+00:00


(OSCURIDAD)

Oscuridad. Oscuridad por todas partes, hasta donde alcanzaba la vista.

Pero entonces, lo vi a él.

Óscar en la cama. Óscar sentado. Óscar desnudo. Óscar esperándome. Me acerqué a él.

Todo a su alrededor era negro. La habitación, si es que se trataba de eso, era negra, al igual que el suelo. La cama era negra, y la almohada también. Las sábanas eran negras, totalmente negras.

Negras como mi alma.

Me senté junto a él, y sus ojos se encontraban a unos centímetros de los míos. Sonrió, y durante unos instantes me entraron ganas de besarlo. Sentí una mezcla de sensaciones extrañas y confusas en mi interior: repulsión, deseo… excitación.

Pero no lo besé, y podía ver en su cara que para él era algo decepcionante.

Entonces sonrió, pero era una sonrisa muy distinta a la anterior. Era una sonrisa triste, la sonrisa de alguien que siente haber perdido la esperanza.

–¿Te ha gustado? –preguntó, acercándose a mí.

–Claro –me apresuré a responder, y después me aparté un poco de él para no sentirlo tan pegado a mí–. ¿Y a ti?

–Sí. –Hizo una pausa–. Pero…

Esperé a que hablara, pero no lo hizo. Su rostro estaba cada vez más sumido en la oscuridad, como si estuviera disolviéndose.

–¿Pero…? –dije al fin.

No dijo nada, sino que se acercó para besarme. Aunque una parte de mí quería corresponder a ese beso, al final ganó la que me obligó a apartarme.

Todo se volvió completamente negro durante unos instantes, pero entonces me di cuenta de que no se trataba de que la oscuridad hubiera aumentado. En realidad, era Óscar quien se había desvanecido.

Ahora estaba solo.

–¿Óscar?

Mi voz reverberó en mitad de la negrura, pero no obtuve ninguna respuesta.

Tanteé a mi alrededor tratando de encontrarlo, pero era inútil. Óscar había desaparecido, o se había ido, y ya no había forma de encontrarlo.

Antes de volver a llamarle, sabía que no serviría de nada, pero lo hice de todos modos.

–¿Óscar?

Y, tal como esperaba, nadie contestó.

Me había quedado solo, solo en medio de esa densa y penetrante oscuridad. Tal vez con él hubiera sido capaz de salir de ahí, pero ya era demasiado tarde.

Recordé su mano, cálida como si en Óscar ardiera algún fuego extraño. Recordé que quería quemarme con él, pero al final lo que hice fue todo lo contrario. Dejé que su llama se apagara y que el hielo se extendiera por mis venas.

Lo había perdido.



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